Por Ross Thurlow, director de ingeniería, EFI Global, Nueva Zelanda
A los investigadores forenses se les presentan a menudo casos desconcertantes en los que las pruebas evidentes no apuntan de forma natural a la causa, y se requiere un análisis más profundo para determinar exactamente qué falló.
Mientras realizábamos una investigación in situ en Napier, en la región neozelandesa de Hawkes Bay, recibimos una llamada urgente de los aseguradores para que visitáramos un siniestro reciente en una de las mayores explotaciones lecheras de la zona. Una nave de vacas con una línea de producción de ordeño de unos 2.500 metros cuadrados se había "volado" con el viento. Afortunadamente, las vacas no estaban en la nave en ese momento. Un granjero escapó por los pelos, corriendo para salvar su vida mientras veía cómo el edificio se derrumbaba progresivamente como un castillo de naipes.
El establo funciona de 4 de la mañana a 7 de la tarde, ordeñando 750 vacas dos veces al día en 3 rebaños. Las vacas son "empujadas" automáticamente a través del edificio mediante un gran dispositivo mecánico de 60 metros de ancho suspendido de la parte superior de la nave. Al principio, la falta de instalaciones de ordeño suscitó cierta preocupación por el bienestar de los animales, ya que las vacas deben ser ordeñadas con regularidad. Afortunadamente, el sistema de ordeño seguía funcionando. Como solución rápida, el propietario decidió retirar el edificio derrumbado con una excavadora. Tras unas obras provisionales de emergencia, pudieron seguir ordeñando manualmente una vez al día, lo que redujo significativamente la producción y los ingresos en un 50%. Las pérdidas por interrupción de la actividad ascendían a 100.000 dólares neozelandeses (61.000 dólares estadounidenses) al día.
Llegamos al lugar un día después del derrumbe para identificar la causa. Hawkes Bay es una zona expuesta, pero la velocidad del viento registrada en el momento del incidente no era ni de lejos lo suficientemente fuerte como para provocar daños importantes en un edificio de 8 años de antigüedad. Ninguna otra estructura local se había visto afectada. Los restos del edificio se hallaban en un montón de escombros en medio de un prado cercano, por lo que fue necesario realizar un trabajo detectivesco para determinar la causa.
¿Qué ocurrió y por qué? ¿Pudieron deberse los defectos estructurales a las paradas y arranques de la maquinaria de ordeño? ¿Se debió a una falta de mantenimiento? ¿Los efluentes producidos por el rebaño habían corroído los montantes? ¿O simplemente hacía mucho viento en ese lugar?
Descubrir los hechos
Nuestros investigadores forenses se abrieron paso entre los escombros y el metal retorcido hasta encontrar secciones del suelo de hormigón prefabricado al que se había soldado el cobertizo. Tras una inspección minuciosa, descubrimos que algunas de las soldaduras eran inadecuadas y, en algunos casos, no se habían realizado en absoluto. A pesar de que en ese momento el nivel de viento era muy inferior a la carga reglamentaria, el edificio, que actuaba como vela, se derrumbó.
La tensión en las juntas mal soldadas hizo que el suelo de hormigón se partiera, sobrecargando los puntales e inevitablemente, el cobertizo falló. Se trataba de un fallo de diseño de fabricación, que comunicamos al perito designado para el siniestro. Aunque la causa se estableció rápidamente, nuestra aportación clave en este siniestro fue ayudar a la granja a diseñar una solución práctica que les permitiera volver a la plena producción de leche en los cinco días siguientes al siniestro. Esto no sólo alivió el estrés de los animales, sino que también minimizó el impacto del siniestro de interrupción de la actividad.
La identificación del fallo en el diseño de fabricación podría haber resuelto este misterio, pero plantea la inquietante cuestión de cuántas más de estas construcciones agrícolas mal fabricadas se han instalado en Nueva Zelanda. Esto puede suponer una verdadera amenaza oculta para la vida humana y el ganado.
Aunque es probable que las aseguradoras pidan la indemnización a los fabricantes originales del establo, sólo podemos preguntarnos qué medidas se tomaron entonces para comprobar si había soldaduras defectuosas e insuficientes en las instalaciones de otros lugares.
En EFI Global, nuestros investigadores independientes cuentan con la ingeniería estructural profesional y los conocimientos científicos técnicos necesarios para determinar por qué se ha producido un suceso o un fallo. También podemos recomendar los requisitos para la reparación y ayudar a que la empresa avance rápidamente. Sin embargo, incluso con todas las pruebas forenses altamente detalladas que hemos recopilado, es casi imposible predecir dónde o cuándo podría ocurrir un incidente similar. Los gestores de riesgos deben tener cuidado con los edificios agrícolas mal fabricados: podrían ser un accidente a punto de ocurrir.
Para obtener más información sobre las capacidades de EFI Global en Nueva Zelanda, lea el folleto o póngase en contacto con [email protected].
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